¡Espero que te guste el ensayo!
De lo erótico a la
fantasía solo hay un paso... hacerlo realidad
Advertencia: Si
no tienes una mentalidad abierta a una fantasía plausible, ¡NO LO LEAS PORQUE
ESTO NO ES PARA TI...!
Este
pequeño escritor solo imagina y plasma en letras aquello que pudiese ser, ha
sido o nunca lo será. ¡¿Quién lo sabe?!
No
lo leas solamente, insisto en ello, sueña e imagina...
Una
terraza, un sitio de café abierto y verano, donde pueden haber algunas mujeres
solas a ciertas horas y en un momento determinado solo una. Tú con falda corta,
sin nada más debajo que tu piel, tu mano en mi pantalón de lino más allá de la
entrepierna. Este aprieta, se estrechan los bolsillos y la rigidez empieza a
doler placenteramente... ¡una chica se percata de ello!
Yo
la miro, tú la miras, nos mira, aprieta las piernas, y no para de mirarnos, al
mismo tiempo muerde su labio inferior enfocando a tu gesto, a tu mano.
Sobrepasamos lo soez en la mente de ambos como si de una sola sé tratase y
conectamos los tres con solo un presagio de lo que llega como si el tiempo se
detuviese a nuestro alrededor.
Tú
desabrochas mí pantalón con holgura suficiente e introduces tu mano despacio
dentro de lo único que separa de la vista, su vista, la tuya, y el deseo de que
lo hagas, con el aire que me falta. No dejas de acariciar delicadamente con la
firmeza necesaria sin que dejes de deslizarla. Ella no deja de mirar ni
nosotros a ella, la tensión aumenta por segundos, mi sangre la noto hirviendo.
Te
levantas con esa mirada coqueta donde el diablo y los ángeles juegan a veces,
destapas tus piernas con discreción subiendo tu pequeña falda hasta la cintura
con suavidad, con lentitud... y te pones encima de mí sentada con un gesto de
amor y lujuria para ella, para mí. Noto como ardo y solo un miembro, una
extremidad de mí junto a mis pensamientos más obscenos y primitivos, me hace
vivo.
Puedo
sentirte poco a poco, suave que hasta llega a quemar, como despacio, con tus
piernas temblando y abiertas hacia ella nos unimos y poseo tu interior hasta la
máxima barrera que no me deja, le deja, continuar ... notarlo sería mentir de
como empieza una humedad tibia al tocar mis muslos.
Sigues
temblando, tensa en tu cuerpo pero relajada en tu mirada pero más fuerte es tu
vergüenza que alimenta a que te muestres hacia ella que no deja de acariciarse
su propias piernas, entre su cintura y el resto que se le despierta de su
figura nórdica con vida propia y así lo percibo, lo percibimos. ¡No lo harías
jamás pero lo deseas!
Te
sujeto fuerte, no quiero que te levantes pero lo intentas, estás muy colorada,
tu palpitación se puede hasta escuchar, no quieres seguir pero te obligo
inconscientemente y tú así lo admites con el morbo que no resistes. ¡No hay
nadie que nos vea pero pueden pasar y vernos! Solo existe ella y nosotros,
nadie más que pueda impedirlo.
De
repente, se acerca pero no te mueves, pongo mi mano en tu cuello sin pensarlo,
seguimos unidos, yo aprieto contra ti y tú contra mí, todo palpita a la vez... se
sienta en la silla donde tú estabas a mi lado sin decir una sola palabra. Te
aceleras pero ella está tranquila y tú no dejas de desprender parte de lo que
te mantiene viva, casi culminas...
Noto
tu sudor que recorre tú espalda como un largo chorro de agua hirviendo. La
temperatura de tu interior aumenta descomunalmente, tanto que casi me produce
ese dolor que me gusta y no para de vibrar mi corazón , nuestra unión, dentro
de ti, entero, sintiendo una gran presión. Yo hacia arriba nuevamente y tú
empujando en contra sin apenas movernos porque nadie debe de darse cuenta pero
ya ni pensamos si nos importaría. No somos conscientes...
Te
pone su mano en tu pierna y gira su silla, te mira fijamente sin que yo
existiese y mete la otra mano acariciándote discretamente y mirándote a la cara
con una media sonrisa que solo he visto cuando el clímax está por llegar.
Tu
escote medio abierto hace que tu sudor lo recorra en modo de agua cristalina
desde tu cuello hasta tu pecho. Dos puntos se señalan al sobrepasar el escaso
grosor de tu blusa. ¡De repente, nos desune con su mano y yo solo noto un calor
distinto que se mueve con un movimiento sutil y profundo!
Pronto
pierdo el consciente al ver su pelo en mis rodillas contigo encima, y con la
maldad más excitante le aprietas su cabeza contra mí y yo solo alimento, sin
poder resistirlo ni un segundo más, ese momento en el que contribuyo a que
parte de mí no pueda contenerlo, y a pesar de que sé que salió como la
explosión de un volcán, esa lava la siento retenida en la terminación de mis
venas y desaparece poco a poco en su boca como si nunca hubiese existido.
¡Dios!
Tiemblo y ella sigue ahí y tú sin dejar de mirarla rozando tu cara contra la
mía hacia atrás y besas mi cuello a momentos.
No
puedo dejarme en el consciente y sigo viendo como sigue ahí en mis rodillas,
pero ya no la noto, parece que se levanta muy despacio, ¡pero no! ... y en ti
sacudes de repente un sobresalto al que te sujeto los brazos en la silla.
Sigues encima de mí y sé que no quieres levantarte aunque quisieses...
Noto
como cierra mis piernas y abre las tuyas, las mías quedan en medio de ti, entre
tú y ella a la que solo siento su respiración. Te conozco y sé tu lenguaje, tu
forma de expresar con tu cuerpo cuando la pasión es más que sexo y... ¡no puedo
creerlo!
Solo
unos segundos de tu tensión te separan de la explosión de placer que desprendes
desde todos los poros de tu piel. Coges mi mano, y como si de un recuerdo
cercano fuese, la pones en su cabeza y me pides como un susurro que se la
apriete sumado al gesto que lo haces con la tuya propia encima de la mía. La
otra la dispones en tu garganta y muerdes tu propia mano cuando te doblas en un
espasmo de placer.
Otro
recuerdo cercano tuve en ese momento, como un diablo que desea repetir y así lo
obtuve de la misma manera que cuando no pude soportarlo y me dejé.
¡Maravillosa
tu pasión, maravilloso tu deseo! Que placer me has vuelto a dar al tú tenerlo y
sentirlo, olvidándome por completo de unos largos segundos de mí, que no son
los más importantes sino el tiempo de esta locura morbosa desde que me miraste
lasciva en esta terraza.
Continuamos
ya en el hotel, quizás los dos, quizás los tres, pero nunca sabrás si fue o no
en una habitación. Lo que sí puedo contarte es que lo empírico muchas veces se
puede hacer realidad cuando menos lo esperes y el lugar, como otras tantas
cosas, no importan. Lo que sí es importante es que cuando estés, estemos, no
haya nada más en el mundo que nosotros y nada ni nadie podrá sacarnos de él por
qué nos unimos para siempre.
¡Lo
importante en la pareja no es tenerla en propiedad sino hacerla tuya!
Y la luna está de testigo...