Ensayos

Ensayo erótico

Aquí puedes leer un simple ensayo, una práctica propia de cómo es la redacción que sale de mi mente y el erotismo en sí conforme yo lo expreso.

Mi próximo libro, ese género del que hay mucho escrito y por escribir, manteniendo el morbo y la sensibilidad por igual, será un desafío para mí.


Te cuento un poco de qué irá brevemente, cuál es la historia...

Una persona aburrida, un mundo virtual y diez mujeres deseosas de tener una experiencia más allá del sexo con un desconocido.

¡Espero que te guste el ensayo!


De lo erótico a la fantasía solo hay un paso... hacerlo realidad

Advertencia: Si no tienes una mentalidad abierta a una fantasía plausible, ¡NO LO LEAS PORQUE ESTO NO ES PARA TI...!
Este pequeño escritor solo imagina y plasma en letras aquello que pudiese ser, ha sido o nunca lo será. ¡¿Quién lo sabe?!

No lo leas solamente, insisto en ello, sueña e imagina...


Una terraza, un sitio de café abierto y verano, donde pueden haber algunas mujeres solas a ciertas horas y en un momento determinado solo una. Tú con falda corta, sin nada más debajo que tu piel, tu mano en mi pantalón de lino más allá de la entrepierna. Este aprieta, se estrechan los bolsillos y la rigidez empieza a doler placenteramente... ¡una chica se percata de ello!


Yo la miro, tú la miras, nos mira, aprieta las piernas, y no para de mirarnos, al mismo tiempo muerde su labio inferior enfocando a tu gesto, a tu mano. Sobrepasamos lo soez en la mente de ambos como si de una sola sé tratase y conectamos los tres con solo un presagio de lo que llega como si el tiempo se detuviese a nuestro alrededor.

Tú desabrochas mí pantalón con holgura suficiente e introduces tu mano despacio dentro de lo único que separa de la vista, su vista, la tuya, y el deseo de que lo hagas, con el aire que me falta. No dejas de acariciar delicadamente con la firmeza necesaria sin que dejes de deslizarla. Ella no deja de mirar ni nosotros a ella, la tensión aumenta por segundos, mi sangre la noto hirviendo.


Te levantas con esa mirada coqueta donde el diablo y los ángeles juegan a veces, destapas tus piernas con discreción subiendo tu pequeña falda hasta la cintura con suavidad, con lentitud... y te pones encima de mí sentada con un gesto de amor y lujuria para ella, para mí. Noto como ardo y solo un miembro, una extremidad de mí junto a mis pensamientos más obscenos y primitivos, me hace vivo.

Puedo sentirte poco a poco, suave que hasta llega a quemar, como despacio, con tus piernas temblando y abiertas hacia ella nos unimos y poseo tu interior hasta la máxima barrera que no me deja, le deja, continuar ... notarlo sería mentir de como empieza una humedad tibia al tocar mis muslos.


Sigues temblando, tensa en tu cuerpo pero relajada en tu mirada pero más fuerte es tu vergüenza que alimenta a que te muestres hacia ella que no deja de acariciarse su propias piernas, entre su cintura y el resto que se le despierta de su figura nórdica con vida propia y así lo percibo, lo percibimos. ¡No lo harías jamás pero lo deseas!

Te sujeto fuerte, no quiero que te levantes pero lo intentas, estás muy colorada, tu palpitación se puede hasta escuchar, no quieres seguir pero te obligo inconscientemente y tú así lo admites con el morbo que no resistes. ¡No hay nadie que nos vea pero pueden pasar y vernos! Solo existe ella y nosotros, nadie más que pueda impedirlo.


De repente, se acerca pero no te mueves, pongo mi mano en tu cuello sin pensarlo, seguimos unidos, yo aprieto contra ti y tú contra mí, todo palpita a la vez... se sienta en la silla donde tú estabas a mi lado sin decir una sola palabra. Te aceleras pero ella está tranquila y tú no dejas de desprender parte de lo que te mantiene viva, casi culminas...

Noto tu sudor que recorre tú espalda como un largo chorro de agua hirviendo. La temperatura de tu interior aumenta descomunalmente, tanto que casi me produce ese dolor que me gusta y no para de vibrar mi corazón , nuestra unión, dentro de ti, entero, sintiendo una gran presión. Yo hacia arriba nuevamente y tú empujando en contra sin apenas movernos porque nadie debe de darse cuenta pero ya ni pensamos si nos importaría. No somos conscientes...


Te pone su mano en tu pierna y gira su silla, te mira fijamente sin que yo existiese y mete la otra mano acariciándote discretamente y mirándote a la cara con una media sonrisa que solo he visto cuando el clímax está por llegar.

Tu escote medio abierto hace que tu sudor lo recorra en modo de agua cristalina desde tu cuello hasta tu pecho. Dos puntos se señalan al sobrepasar el escaso grosor de tu blusa. ¡De repente, nos desune con su mano y yo solo noto un calor distinto que se mueve con un movimiento sutil y profundo!


Pronto pierdo el consciente al ver su pelo en mis rodillas contigo encima, y con la maldad más excitante le aprietas su cabeza contra mí y yo solo alimento, sin poder resistirlo ni un segundo más, ese momento en el que contribuyo a que parte de mí no pueda contenerlo, y a pesar de que sé que salió como la explosión de un volcán, esa lava la siento retenida en la terminación de mis venas y desaparece poco a poco en su boca como si nunca hubiese existido.

¡Dios! Tiemblo y ella sigue ahí y tú sin dejar de mirarla rozando tu cara contra la mía hacia atrás y besas mi cuello a momentos.


No puedo dejarme en el consciente y sigo viendo como sigue ahí en mis rodillas, pero ya no la noto, parece que se levanta muy despacio, ¡pero no! ... y en ti sacudes de repente un sobresalto al que te sujeto los brazos en la silla. Sigues encima de mí y sé que no quieres levantarte aunque quisieses...


Noto como cierra mis piernas y abre las tuyas, las mías quedan en medio de ti, entre tú y ella a la que solo siento su respiración. Te conozco y sé tu lenguaje, tu forma de expresar con tu cuerpo cuando la pasión es más que sexo y... ¡no puedo creerlo!

Solo unos segundos de tu tensión te separan de la explosión de placer que desprendes desde todos los poros de tu piel. Coges mi mano, y como si de un recuerdo cercano fuese, la pones en su cabeza y me pides como un susurro que se la apriete sumado al gesto que lo haces con la tuya propia encima de la mía. La otra la dispones en tu garganta y muerdes tu propia mano cuando te doblas en un espasmo de placer.


Otro recuerdo cercano tuve en ese momento, como un diablo que desea repetir y así lo obtuve de la misma manera que cuando no pude soportarlo y me dejé.


¡Maravillosa tu pasión, maravilloso tu deseo! Que placer me has vuelto a dar al tú tenerlo y sentirlo, olvidándome por completo de unos largos segundos de mí, que no son los más importantes sino el tiempo de esta locura morbosa desde que me miraste lasciva en esta terraza.


Continuamos ya en el hotel, quizás los dos, quizás los tres, pero nunca sabrás si fue o no en una habitación. Lo que sí puedo contarte es que lo empírico muchas veces se puede hacer realidad cuando menos lo esperes y el lugar, como otras tantas cosas, no importan. Lo que sí es importante es que cuando estés, estemos, no haya nada más en el mundo que nosotros y nada ni nadie podrá sacarnos de él por qué nos unimos para siempre.

¡Lo importante en la pareja no es tenerla en propiedad sino hacerla tuya!

Y la luna está de testigo...